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Reflexión sobre la educación en una sociedad valiosa

Educación con vocación humanista.

El siguiente texto contiene una serie de ideas que parten de mi lectura de algunos autores, tales como Hannah Arendt en su libro La condición humana, Fernando Savater en El valor de educar, Ludwig Wittgenstein en Cultura y valor, y otros autores tales como el filósofo José Antonio Marina, el educador Jean Piaget y Lev Vygotsky.

Empezaré esta exposición, afirmando que el ser humano es punto de partida y meta.

Parece complicado y revoltoso iniciar este texto así, ya que todos nacemos como humanos, pero con esto no es suficiente, hay que llegar a serlo. Este es un ideal: transformación permanente.

Podemos afirmar que cada humano nace dos veces: primero un nacimiento biológico, luego un nacimiento social. El primero, como punto de partida; pero existe un segundo nacimiento, el que se da dentro de la matriz social.  En este último, se da gracias a nuestro esfuerzo y sobre todo a la relación con los demás. Se nace siendo ser humano, pero se llega a serlo plenamente cuando los demás nos transmiten su humanidad. He ahí nuestro sello de especie: somos humanos siendo humanos.

En nuestro nacimiento biológico, lo primero que resalta, es que es un nacimiento prematuro, pareciera que la naturaleza nos quiere infantiles y dependientes el mayor tiempo posible.  Ante la pregunta, para qué; la respuesta al parecer es para aumentar la probabilidad de aprender. Los animales al nacer, rápidamente se adaptan y maduran. Nosotros al depender de otros humanos, y depender más tiempo, posibilitamos una serie de relaciones con otros miembros de la especie, lo que facilita seguir abiertos a nuevos saberes. Esto es interesante, ya que, entre más tiempo tengamos esa capacidad juvenil de aprender, mayor capacidad de educabilidad aparecerá. Es decir, se nos posibilita recibir mayores influencias para construir nuestros saberes, por lo tanto, mayores posibilidades de transformación y desarrollo.

Otra arista de esta condición es que los seres humanos somos seres de imitación. Y esto lo vemos todos los días, somos una sociedad en donde los miembros de la misma, somos modelos para las generaciones más jóvenes. Esto es lo que define claramente una intención de transmisión de lo que consideramos importante que permanezca en la matriz social. He aquí un hecho reconocible de nuestra especie: existen unos seres humanos, que ayudan a otros seres humanos, a ser mejores humanos: a esto llamamos educación.

Esto nos hace conscientes, de que hay una parte de los miembros de nuestra sociedad que saben que existen miembros de la misma que no lo saben, y que esto se puede corregir. Este es un hecho importante, ya que permite entender que todo proceso educativo intenta remediar la ignorancia con la que venimos al mundo: esto suena a Platón. Concluyendo: no es lo mismo saber que ignorar. Esto es algo muy humano también.

Y así, estamos ante otra característica muy humana: ser humano consiste en un llamado inherente de compartir lo que se sabe con los que no saben.  Enseñar es siempre enseñar al que no sabe, lo que significa, que un buen maestro lo primero que hace es tratar de indagar qué es lo que no sabe el alumno.

He aquí una idea importante, el maestro debe tener experiencia de vida, es decir, conocer lo que va a transmitir, haber vivido esa experiencia. Es por eso, que las culturas con mayor auge, son aquellas que valoran a las personas de mayor edad, ya que estas personas son las que transmiten los saberes. Esto es un reflejo de la selección evolutiva.

Un hecho importante de nuestra esencia humana: la supervivencia biológica es asegurada por la cohesión familiar, pero la necesidad de educar es la que propicia los lazos sociales, como fiel instinto de supervivencia. Lo que propicia todas las condiciones para que se asegure un mayor tiempo de contacto entre un maestro y su discípulo, lo que termina construyendo finalmente la sociedad humana y crea vínculos de afecto fuera de la familia. La educación propicia la aparición de la sociedad.

Otro aspecto por considerar es la crítica que se hace a la educación, al considerar que sólo condiciona, ata; esto tal vez, pero este condicionamiento posibilita la libertad, ya que el ser humano llega a serlo a través del aprendizaje, pero un aprendizaje a través de otros seres humanos. Tanto así, que la peor educación potencia la humanidad, cualquier acto educativo genera una línea de desarrollo condicional de mayor alcance que cualquier condición natural previa.

El mejor maestro de un ser humano no es el mundo, sino otro ser humano. Ya que esto posibilita una red social que construye lo que llamamos cultura. Pero debemos entender que la meta de todo ser humano no es la cultura, ni la sociedad como institución, sino los semejantes. Esto último es lo más importante para el establecimiento de nuestra humanidad, más que los conocimientos que se transmiten.

Esto me lleva a la idea que no sólo es importante enseñar a pensar, sino aprender a pensar sobre lo que se piensa, ya que esto permite la reflexión y la crítica que permite valorar nuestra pertenencia a una comunidad de personas pensantes. Hacernos conscientes de la realidad de nuestros semejantes, a ser empáticos, a leer sus mentes y considerarlos sujetos, no objetos.

Uniendo todas estas ideas, creo que la educación integral debe ser una educación humanística. Como su nombre lo indica, debe ser una educación que nos humaniza. Una educación que nos libere. Pero en este momento, existe una tensión entre lo que las humanidades buscan y lo que el sistema socioeconómico pretende: entre vernos como sujetos u objetos.

Por eso debemos luchar contra la idea de educación que la sociedad de mercado o neoliberal pretende: la educación neoliberal pretende convertir el conocimiento en mercancía que se compra y vende, en lugar de considerarlo como un derecho humano fundamental; esta educación basada en  una sociedad de mercado fomenta la competencia en lugar de promover la colaboración y el aprendizaje colectivo; pretende convertir la educación en una preparación para el mercado laboral, en lugar de fomentar un desarrollo integral como personas; la educación neoliberal tiende a eliminar la dimensión crítica y reflexiva de la educación, lo que impide que los estudiantes desarrollen un pensamiento autónomo y crítico.

En conclusión, la educación basada en una sociedad de mercado tiende a ver a las personas como objetos y no como personas. Esto reduce las opciones de desarrollo y de futuro en común.

Por eso, me parece hay que buscar a través de la educación, no sólo la transmisión de conocimientos, de habilidades, de valores, sino además que el individuo alcance su autonomía, sea crítico y responsable, sea empático, todo con el fin de participar en su matriz social y transformar su contexto social. Esto durante toda la vida. No sólo se trata de que la persona viva bien, sino de contribuir a un mundo mejor. Un mundo más humano.

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Texto redactado por nuestro coordinador académico pedagógico, el

Mtro. José de Jesús Chico Hernández.