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Nueva  integrante en la familia




                                              frankenstein





             Escrito por Lizbeth López.

             Una niña sobre sale entre los habitantes del lago Como. Su apariencia física deja claro el
             contraste existente.

             Durante el viaje que emprendimos en las márgenes del lago Como, para visitar los hogares de
             los indigentes. Llamo la atención de todos una choza que tenía una particular apariencia ruinosa,

             y en cuyo entorno corrían unos chicos de apariencia indigente y vestidos de tal manera que era
             imposible dudar de la miseria en que sobrevivían.

             La sra. Caroline, quien es la principal benefactora de los menesterosos, quiso conocer a quienes

             habitaban dicha choza. En este sitio hallamos a un labrador y a su mujer, fatigados por el ham-

             bre y el severo trabajo, quienes repartían una humilde comida a cinco pequeños de uno y otro
             sexo.


             Una niña llamo particularmente la atención de la sra. Caroline. Era una niña que parecía ajena a
             aquel ambiente, porque mientras la piel de los otros niños era morena y el cabello oscuro, ella,

             aunque también de apariencia demacrada, era totalmente rubia. Su cabellera irradiaba un brillo
             parecido al oro, y contrastaba con la indigencia de su vestimenta; así como su frente, tranquila y

             bien trazada; sus ojos de un azul inmaculado, sus labios, y en fin, todo el contorno de su cara

             rebosaban una gran ternura y bondad.

             Mas tarde descubrimos que la pequeña no era hija de los campesinos, su padre era un ilustre
             milanés y su madre una alemana que había fallecido al dar a luz, por lo que la niña les fue encar-

             gada cuando su situación no era tan difícil, eran apenas recién casados y tenían recién a su pri-

             mogénito.

             La sra Caroline quien había anhelado fervientemente tener una hija. No dudo en adoptarla al

             concluir y coincidir en que la niña estaría mejor bajo su cuidado, junto a su esposo y único hijo,
             quienes al cabo de unos días recibieron con un incomparable amor y alegría a la peque en casa.











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